RECUERDO
- HC
- 13 ago 2024
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 29 ene

El tiempo se expandió cuando caminó hacia mí.
La había observado de lejos, cuando jugaba voleibol, durante el receso, al andar por los pasillos.
Enseguida se comprimió y —aunque estoy seguro de que por su mente no pasaba mucho—, por la mía pasaba de todo.
Sus cabellos dorados se arremolinaron con el viento y los rayos de sol lucieron aún más sus ojos aceituna, sus labios carnosos y sus pómulos de rosas.
Un concierto de encantos.
Me amagó una sonrisa desarmando en segundos semanas de aplomo. Qué cutre.
Desapareció del rabillo de mis ojos rociándome con el perfume de su alma. Yo llené entonces mi espíritu con su paz.
Qué fuerte lo mucho que te “toca” una persona sin ni siquiera tocarte, y en algunos casos sin ni siquiera saber que existes.
Excepto por una vez que bailamos, nunca nos tocamos.
Comments